Con esos ojos azules y esa sonrisa brillante y grande le dio brillo y color a mis días. Con esos ojos azules y esa sonrisa creí que existía la felicidad completa, que se podía tocar el cielo con las manos.
Detrás de ese hombre duro se escondían palabras muy dulces y tiernas que nunca crei que iba a escuchar.
No era perfecto, pero logró hacerme feliz.
Parece mentira que haya pasado tanto tiempo, tantas cosas en el medio, y que ahora sea un completo desconocido, alguien que me avergüence, que me desilusione… esa imagen que yo tenía se rompió y dio lugar a una persona indeseable.
“No hay peor ciego que el que no quiere ver” y cuando la verdadera realidad aparece, todo se viene abajo, y se cae en lo más profundo, sin saber de dónde agarrarse, sin saber cómo seguir, porque esa luz (¡falsa luz!) que nos alumbraba se nos apago sin previo aviso, nos dejo solos en plena oscuridad y te pegas el peor golpe de tu vida, porque el primer golpe, la primera desilusión, nunca se olvida.
Pero de a poco me transforme en mi propia luz, ilumine mi camino sacando fuerzas de mi misma, y sabiendo que nunca mas iba a volver a chocarme con “esa” piedra. Pero volví a caer, y el golpe me dejo en coma, inconsciente. Y fue cuando definitivamente decidi agarrar a esa piedra y tirarla, sacarla de mi camino, para no volvérmela a cruzar… lo paradójico fue que la piedra quería volver, pero me di cuenta que soy mucha mujer para una piedra que no tiene corazón ni sentimientos.
Hoy estoy de pie, y camino (rengueando, pero camino!) y a pesar de que mis heridas no sanaron y están muy abiertas todavía me di cuenta de que después de la tormenta, cuando menos lo pensas, sale el sol. Tenés que saber buscarlo. ª
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